L’actual fal·lera per accedir a tota la informació digital que ens envolta no ens porta a prescindir tanmateix de les coses que la produeixen?
Una pregungta similar és la que es planteja el filòsof Biung-Chul Han en el seu llibre No-cosas [1].
Coberta edició original en alemany
La quantitat d’informació digital que ens arriba ens modifica la nostra visió sobre el món iel sentit de les coses que el conformen. Com planteja Han, les coses s’estan reconvertin en no-coses. Les coses, tal i com les coneixíem estan prenent cada vegada nés la seva forma digital. La nostra visió del món es digitalitza, perd cos, ja no la podem tocar, es descosifica. Posats a buscar paraules novess podríem dir que en el nostre món actual sembla que la informacionalització ens porti vers la desmaterialització.
Veiem-ne algun fragment:
La dominación perfecta es aquella en la que todos los humanos solamente jueguen. Juvenal caracterizó con la expresión panem et circenses aquella sociedad romana en la que ya no era posible la acción política. La gente se calla con comida gratis y juegos espectaculares. Renta básica y juegos de ordenador serían la versión moderna de panem et circenses. [pàg. 24]
Todo lo que estabiliza la vida humana requiere tiempo. La fidelidad, el compromiso y las obligaciones son prácticas asimismo que requieren mucho tiempo. La desintegración de las arquitecturas temporales estabilizadoras, entre las que también se encuentran los rituales [2], hacen que la vida sea inestable, es necesaria otra política del tiempo.
Entre las prácticas que requieren tiempo se encuentra la observación atenta y detenida. La percepción anexa a la información excluye la observación larga y lenta. La información nos hace miopes y precipitados. Es imposible detenerse en la información. La contemplación detenida de las cosas, la atención sin intención, que sería una fórmula de la felicidad, retrocede ante la caza de información. Hoy corremos detrás de la información sin alcanzar un saber. Tomamos nota de todo sin obtener un conocimiento. Viajamos a todas partes sin adquirir una experiencia. Nos comunicamos continuamente sin participar en una comunidad [2]. Almacenamos grandes cantidades de datos sin recuerdos que conservar. Acumulamos amigos y seguidores sin encontrarnos con el otro. La información crea así una forma de vida sin permanencia y duración. [pàg, 19-20]
Las obras de arte son cosas. Incluso las obras de arte lingüísticas, como los poemas, que no solemos tratar como cosas, tiene carácter de cosa. […] el poema, como composición formal de significantes, de signos lingüísticos, es una cosa, porque no puede resolverse en significados. Podemos leer un poema por su significado, pero no fundirnos con él. El poema tiene una dimensión sensual, corpórea, que escapa al sentido, al significado. Es precisamente el exceso de significante lo que condensa el poema en cosa,
Una cosa no es algo que podamos leer. El poema como cosa se resiste a esa lectura que consume el sentido y la emoción como en las historias de detectives o las novelas de argumento nítido. Esa lectura busca descubrir algo. es pornográfica. Pero el poema rechaza cualquier “satisfacción novelesca”, cualquier consumo. La lectura pornográfica se opone a esa lectura erótica que se detiene en el texto como cuerpo, como cosa. Los poemas no son compatibles con nuestra época pornográfica, consumista. A esto se debe el que hoy apenas leamos poesía. [pàg, 80-81]
Lo problemático del arte actual es que tiende a comunicar una opinión preconcebida, una convicción moral o política, es decir, a transmitir información. La concepción precede a la ejecución. Como resultado el arte degenera en ilustración. Ninguna fiebre indeterminada anima el proceso de expresión. El arte ya no es un oficio que da a la materia forma de cosa sin intención, sino una obra del pensamiento que comunica una idea prefabricada. El olvido de las cosas se apodera del arte. Este se deja llevar por la comunicación. Se carga de información y discurso. Quiere instruir en vez de seducir. [pàg, 84]
Sin fantasía solo hay pornografía. La propia percepción muestra hoy rasgos pornográficos. En ella se produce un contacto inmediato, una cópula de imagen y ojo. Lo erótico se hace realidad cerrando los ojos. Solo el silencio, la fantasía, abre a la subjetividad les profundos espacios interiores del deseo. [pàg. 100]
La gramola [3] es un autómata. Se suma a la larga tradición de autómatas musicales. […] La Alexa de Amazon no es un autómata, sino un infómata. Le falta por completo la magia de la cosa. Es muy posible que la inteligencia artificial pronto le enseñe también el oráculo, pero en forma de computación algorítmica, […] La vida calculable y optimizada está ayuna de magia y, por tanto, de felicidad. [pàg. 117]
En el pasado, los japoneses solían despedirse de las cosas que habían tenido un uso personal durante mucho tiempo, como las gafas o los pinceles para escribir, con una ceremonia en el templo. Hoy, quizá sean pocas las cosas a las que daríamos una digna despedida. Ahora las cosas están casi muertas, No se utilizan, sino que se consumen. Solo el uso prolongado da un alma a las cosas, Solo las cosas queridas están animadas, Flaubert quiso ser enterrado con su tintero. Pero la gramola es demasiado grande para llevármela a la tumba. MI gramola es, creo, tan vieja como yo, pero seguro que me sobrevivirá. Hay algo que consuela en este pensamiento… [pàg 120-121]
Bibliografia i notes
[1] Chan, Byung-Chul. No cosas : quiebras del mundo de hoy. Traducció de Joaquín Chamorro Mielke, Barcelona : Taurus, 2021. ISBN 9788430624348
Edició original: Indinge : Umbrüchre der Lebenswelt. Berlin : Ullstein Buchverlage GmbH, 2021
[2] Veure en aquest blog: Comunicació i comunitat 31/10/2020
[3] A l’obra original enlloc de gramola fa servir jukebox. les màquines tocadiscos que havia als bars.
Jukebox Wurlitzer-1015 “1 more time”